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Pobreza y exclusión social. ¿En qué situación nos encontramos?

Do SinPermiso, 19 de Setembro 2022
Por Jordi Arcarons 



La última “Encuesta de Condiciones de Vida”, que incorpora algunos nuevos indicadores de análisis de pobreza y exclusión social, permite realizar un repaso de una serie de problemas que una Renta Básica debería combatir e intentar hacer desaparecer.

A finales del mes de junio de este año el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó la última oleada de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV). Como es sabido, el ECV es una de las herramientas estadísticas fundamentales para analizar las situaciones de pobreza, exclusión social y del grado de desigualdad existentes. Además, al formar parte de la operación dirigida por la oficina estadística de la Unión Europea (EUROSTAT) que armoniza, bajo la metodología EU-SILC (por sus siglas en inglés “Statistics Income and Living Conditions”) los 27 estados que la integran actualmente, sus datos pueden compararse por ser homogéneos entre todos estos estados miembros.

Esta última oleada, correspondiente al año 2021 que contiene información sobre el año 2021 en términos de las preguntas que se hacen en los hogares, pero información del año 2020 con respecto a las rentas declaradas; recoge un período muy convulso de la economía y de las relaciones sociales que se han dado en el reino de España y también en Cataluña, dado que está situado en el punto medio de la pandemia.

Además de ser muy interesante para esto último, esta nueva ola introduce algunas novedades a las que es bueno hacer un pequeño repaso.

En primer lugar, existe un aumento de cobertura en la población entrevistada que hace más robustos algunos de los indicadores que de ella se extraen. Así tenemos:



El umbral de riesgo de pobreza es el indicador que mide la pobreza relativa a partir del cual se cuantifican los hogares considerados pobres. La ECV-2021 rompe la tendencia observada en el período 2014-2020 en el que este valor siempre ha ido aumentando.

Hay que tener presente, que el umbral de riesgo a la pobreza es un indicador que se calcula por el tamaño del hogar ––cuántas personas lo componen–– y por eso se utiliza lo que se llama escala de equivalencia ––con la que se trata de dar solución a la idea de que los costes fijos del hogar no aumentan en la misma proporción que su tamaño–. La escala de equivalencia que se utiliza en la ECV es la de la OCDE modificada, que asigna 1 a la primera persona mayor de 14 años del hogar, 0,5 al resto de las personas mayores de 14 años y 0,3 personas menores de 14 años.

Siguiendo los valores del cuadro, en Cataluña en 2021 un hogar unipersonal se consideraba pobre si su renta neta era inferior a los 11.297 euros anuales o unos ingresos mensuales netos de 941 euros. Si el hogar fuera monoparental con un único menor de 14 años, se consideraba pobre si sus ingresos netos eran inferiores a 14.686 euros anuales (11.297×1,3 que es su escala de equivalencia) o 1.224 euros netos mensuales. Y un tercer ejemplo, si el hogar lo constituían dos personas adultas y dos menores de 14 años, entonces el límite para definir si era pobre o no aumentaba hasta los 23.724 euros anuales (11,297×2,1 que es su escala de equivalencia ) o unos ingresos mensuales netos de 1.977 euros. En el reino de España, las anteriores cifras estaban en un hogar unipersonal 9.535 euros netos anuales (795 euros mensuales), por el hogar monoparental descrito 12396 euros netos anuales (1.033 euros mensuales) y por el último tipo de hogar apuntado 20.024 euros netos anuales (1.669 euros mensuales).

Por ponerlo en contexto, aunque se trata de salarios brutos, según la “Encuesta de Estructura Salarial” que publica anualmente el INE, para el año 2020 (comparables con las rentas del ECV-2021), daba la siguiente información, relativa al salario bruto medio anual percibido.



Ya se ve, pues, que comparando el salario bruto medio anual para personas menores de 25 años –y sin entrar en distinciones de género– con los umbrales de riesgo a la pobreza de los hogares unipersonales, ya sea del reino de ‘España o de Cataluña, este tipo de hogares si están formados por personas jóvenes tienen una probabilidad elevadísima de formar parte de esta categoría de pobres. Y, sin hacer volar demasiado la imaginación, si consideramos que una parte de las personas candidatas a constituir hogares monoparentales con un único hijo menor de 14 años, se sitúan a una edad entre los 25 y 34 años, la conclusión también será muy similar al caso precedente.

La ECV hasta el año 2020 proporcionaba cuatro indicadores para analizar y medir la exclusión social de los hogares y las personas: riesgo de pobreza, las personas sin empleo o de baja intensidad, carencia material severa y la tasa AROPE (por sus siglas en inglés “At Risk Of Powerty or social Exclusion”).Los hogares en riesgo de pobreza -tal y como se ha indicado en algunos de los ejemplos anteriores- se contabilizan como aquellos con ingresos netos inferiores a su umbral de riesgo de pobreza, mientras que las personas en riesgo de pobreza son el número de personas que las integran.

El concepto de personas sin empleo o de baja intensidad se refiere a las personas de 0 a 59 años que viven en hogares donde las personas entre 18 y 59 años, pero excluyendo a las que estudian de 18 a 24 años, que trabajaron una jornada laboral igual o inferior al 20% de su potencial total de tiempo de trabajo combinado durante el año anterior.

La carencia material severa se determina para aquellos hogares que no pueden permitirse, no que deciden no hacerlo, al menos 4 de los 9 elementos materiales considerados por la mayoría de la gente deseables o necesarios para llevar una vida adecuada. Estas privaciones son:Pago regular del alquiler, hipoteca y gastos de gas, agua, electricidad, etc. 
mantenimiento de una temperatura adecuada del hogar hacer frente a gastos imprevistos una comida con carne, pollo, pescado o su equivalente vegetariano cada dos días ir de vacaciones al menos una semana al año disponer de un aparato de televisión disponer de lavadora disponer de automóvil disponer de teléfonoLa tasa AROPE, ideada por analizar el estado del papel de los ciudadanos en sociedades inclusivas, que formaba parte de la estrategia Europa-2020, se cuantifica entre las personas que se encuentran en cualquiera de las situaciones A, B o C anteriores.

Para el año 2021, la Unión Europea ha incorporado algunos cambios importantes, una vez cerrados los objetivos de la estrategia Europa-2020, configurando el Plan de Acción del Pilar Europeo de los Derechos Sociales y que se ha denominado estrategia Europa-2030. Concretamente, se establecen tres objetivos principales en los ámbitos del empleo, las competencias y la protección social:como mínimo el 78% de la población de 20 a 64 años debería estar ocupada en 2030. al menos el 60% de todas las personas adultas deberían tener participación en la formación cada año. el número de personas en riesgo de pobreza o exclusión social debería reducirse al menos en 15 millones, de los cuales, al menos 5 millones deberían ser niños.

Esto ha hecho que en la ECV de 2021, convivan los antiguos indicadores relacionados con la estrategia Europa-2020, pero se incorporen como novedad, algunos nuevos indicadores o modificaciones/ampliaciones de los anteriores, relacionados con estos objetivos de la estrategia Europa-2030 que acabamos de describir.

Concretamente:El concepto personas sin empleo o de baja intensidad se amplía en la siguiente forma: personas entre 0 y 64 años que viven en hogares en las que las personas entre 18 y 64 años, pero excluidas las que estudian entre 18 y 24 años y las personas jubiladas de acuerdo con su situación económica actual auto-definida o que reciben cualquier pensión –excepto la de supervivencia–, así como las personas entre 60 y 64 años de edad que están inactivas y viven en un hogar en el que les ingresos principales son pensiones –excepto la de supervivencia– que trabajaron menos del 20% de su tiempo de trabajo potencial total. Los hogares compuestos únicamente por niños, personas que estudian a menores de 25 años o personas de 65 y más años también quedan excluidas del indicador.
La severa privación material y social cuantifica la carencia forzada de los elementos necesarios y deseables para llevar a cabo una vida adecuada y distingue entre las personas que no pueden pagar un determinado bien, servicio o actividad social. Se define como la proporción de la población que experimenta una falta forzada en al menos 7 de los 13 elementos de privación (6 de ellos de ámbito individual y 7 relacionados con el hogar).

Las privaciones relacionadas con la persona son:disponer de conexión a Internet sustitución de ropa desgastada por una nueva
disponer de dos pares de zapatos a la medida (incluidos un par para todo clima) gastar una pequeña cantidad de dinero cada semana en sí misma tener actividades regulares de ocio reunirse con otras personas para tomar una copa/comida al menos una vez al mes

Las privaciones relacionadas con el hogar son:hacer frente a gastos inesperados ir de vacaciones al menos una semana al año
pago regular del alquiler, la hipoteca, los gastos de gas, agua, electricidad, etc., cuotas de compra a plazos u otros pagos de préstamos una comida con carne, pollo, pescado o su equivalente vegetariano cada dos días mantenimiento adecuado del hogar
acceso a un coche/furgoneta para uso personal repuesto de muebles desgastadosLa tasa AROPE modificada se cuantifica entre las personas que se encuentran en cualquiera de las situaciones A, E o F anteriores.

Según la ECV-2021 en Cataluña y en el reino de España se obtuvieron las siguientes cifras de los anteriores conceptos:



Por último, la ECV-2021 también permite obtener algún indicador relacionado con la desigualdad existente en la distribución de renta. Concretamente, el índice de Gini y la ratio S80-S20. En el primer caso, se trata de una medida sintética cuyo valor se mueve entre 0 y 1 y que se interpreta cuando es mayor como que la desigualdad es mayor. En el reino de España el resultado fue de 0,33 y en Cataluña 0,31. En el segundo caso––ordenada la renta de menos a más––lo que se calcula es el porcentaje de renta acumulado en el percentil 80 (ricos), respecto a la renta acumulada en el percentil 20 (pobres). En el reino de España se situó en 6,2 y en Cataluña en 5,4.

Aunque EUROSTAT no ha publicado las cifras globales de la UE-27 de estos indicadores, por el retraso de algunos estados en su confección, sí es patente que en casi todos los casos el reino de España y Cataluña se colocan en los sitios de cola.

Toda esta información da una idea –se supone que objetiva porque todos los indicadores seleccionados como hemos dicho están armonizados para la Unión Europea– de la situación en la que se encuentra Cataluña y el reino de España en cuanto a pobreza, exclusión social y desigualdad.

Los resultados son más que preocupantes, de entre toda la batería de números que se han señalado quedémonos con la tasa AROPE que nos está diciendo que más de una cuarta parte de la población de Cataluña, debe considerarse en riesgo de pobreza o exclusión social y que por el reino de España esto aumenta 2 puntos más todavía.

Y las perspectivas no son alentadoras: inflación desbocada, precios para el mantenimiento de los hogares (electricidad y gas) dependientes del desenlace de la guerra en Ucrania sin solución a corto plazo y recesión económica anunciada por la boca pequeña en el último comunicado del Banco Central Europeo, con la subida de los tipos de interés.

Las conclusiones son claras: o se remedia en términos de mejorar las condiciones materiales de las personas, o la degradación de la situación –que todos los observadores e instituciones que hace años que se dedican a analizar han ido vaticinando unánimemente– puede llegar a cotas insostenibles socialmente.

Y esto nos lleva a la Renta Básica, porque cualquiera de las otras medidas que hace más (Renta Garantizada de Ciudadanía) o menos (Ingreso Mínimo Vital) tiempo que se llevan ensayando han demostrado ser del todo ineficaces para resolver la situación.
Jordi Arcarons
es catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Es miembro de la Red Renta Básica. Es coautor con Daniel Raventós y Lluís Torrens de "Renta Básica Incondicional. Una propuesta de financiación racional y justa" (Serbal, 2017).Fuente:
https://catalunyaplural.cat/es/pobreza-y-exclusion-social-en-que-situacion-nos-encontramos/

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