Por Francisco Louça

Como era de esperar, cada Gobierno busca, ante todo, satisfacer a su opinión pública, y la forma más fácil es inducir el miedo en lugar de la prudencia, incluso fuera de campaña electoral. Por lo tanto, muchos, si no todos, los gobiernos europeos han reaccionado según el patrón del apartheid, para usar el término de Guterres. Así, si hay algunos casos en África, se cierran los aeropuertos; lo que no sucedería con los viajes desde Holanda o Alemania, donde también aparecieron casos de Omicron. En el caso de viajes de origen europeo, se requieren pruebas, mientras que, cuando se trata de África, se levanta el muro de la prohibición.
Además, la responsabilidad de las empresas farmacéuticas y el imperialismo de las vacunas impidió que los países africanos tuvieran acceso a los medicamentos, violando los compromisos establecidos: COVAX, el programa de la OMS para distribuir vacunas en todo el mundo, proporcionó solo una cuarta parte de las que había prometido para 2021 (537 millones en lugar de dos mil millones). Por eso África solo tiene el 6% de la población vacunada, e incluso Sudáfrica, uno de los países con mejor cobertura sanitaria, solo alcanza el 24%. Los países de Europa y América tienen 10 veces la media africana, o incluso, en el caso de Portugal y España, más del 80%. El efecto de este apartheid ya está a la vista: la replicación del virus en grandes poblaciones desprotegidas facilita mutaciones que crean nuevas variantes, que luego ponen en peligro la protección antiviral en otros países.
Hay un patrón en todo esto. Hace apenas unas semanas, los estados más pobres lo indicaban en la Cumbre de Glasgow: ha sido posible movilizar 20 mil millones de dólares de un vistazo para vacunar a los países ricos, pero nunca se ha cumplido el objetivo, establecido desde la Cumbre del Clima de 2009, de contribuir con el 0.5% de eso para financiar la adaptación climática del sur del planeta, con efectos igualmente trágicos para toda la humanidad. África no es solo el continente olvidado después de haber sido un paraíso colonial. Sigue siendo la tierra del apartheid. Pero el apartheid tiene un precio y resulta que todos somos sus víctimas.
Francisco Louça
Economista y activista del Bloco de Esquerda de Portugal, es miembro del Consejo de Estado.Fuente:
“Expresso”, 4 de diciembre 2021Traducción:G. Buster
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