Do Rebelión, 29 de Outubro, 2019
Por Daniel Raventós
Entrevista realizada por João Vitor Santos para la publicación brasileña del Instituto Humanitas Unisinos.
En sus recientes reflexiones, defiende el uso de "renta básica incondicional" y "renta máxima". Me gustaría que detallara estos dos conceptos.
Por renta básica la asociación internacional Basic Income Earth Network entiende una asignación pública monetaria incondicional a toda la población. Incondicional es una característica esencial. Los subsidios que conocemos, para pobres, para personas que no llegan a determinado nivel de renta, para personas desocupadas… son condicionales.
Una renta máxima: a partir de determinada cantidad no se puede ganar más, es decir, 100% de tasa impositiva. La idea es vieja y puede rastrearse en la concepción dos veces milenaria de la libertad republicana. Republicanamente las grandes fortunas son incompatibles con la libertad de la gran mayoría. Las grandes fortunas tienen la posibilidad de interferir a voluntad en las condiciones materiales de existencia de la inmensa mayoría. Y esta posibilidad, que muchas veces se convierte en realidad, atenta contra la libertad de la mayoría no rica. De ahí precisamente que la neutralidad republicana, a diferencia de la liberal que se conforma con que el estado no tome partido por una concepción determinada de la buena vida en detrimento de las otras que puedan existir, exige acabar con la capacidad de los grandes poderes privados de imponer al conjunto de la sociedad su concepción privada de la buena vida y de disputarle al estado esta prerrogativa.
Discutir una renta máxima no es necesariamente emprender regímenes socialistas, ¿correcto? ¿Por qué?
Un régimen socialista es algo mucho más amplio que la propuesta de la renta básica. ¿Por qué? Porque un régimen socialista, sea lo que sea lo que queramos decir con ello, supone muchas más medidas que una simple renta básica.
¿El establecimiento de una renta básica por sí mismo es capaz de reducir las desigualdades? ¿Qué otro conjunto de medidas de política económica y social deberían adoptarse junto con la renta básica?
Depende de cómo se financie. Las diferencias entre las propuestas de renta básica de derechas e izquierdas son muchas. Pero una de las más importantes es en cómo se financia. Dicho de otra forma, que parte de la población gana y que parte pierde. Para la izquierda que propone la renta básica, la financiación significa una reforma fiscal que se traduzca en una redistribución de la renta de las decilas más altas al resto de la población. La derecha pretende otros objetivos, no precisamente una redistribución de la renta de los más ricos al resto.
Lo de qué otras medidas deben ser tomadas en consideración, ya dependerá de las opiniones políticas de quien opine. Hay personas que quizás tengan en común que defienden la renta básica, pero cuyas opiniones políticas son opuestas o muy diferentes. Conozco a gente que defiende la renta básica con la que ni política ni socialmente tengo la menor comunidad de ideas. Y quizás hay personas que discrepan de la renta básica y en cambio puedo tener más afinidad en otros aspectos políticos y económicos. En mi caso defiendo que la renta básica debe ir acompañada de la defensa y mejora del Estado de bienestar, la imposición de una renta máxima de la que antes hemos hablado, un control público de la política monetaria, una reducción de la jornada laboral. Entre otras medidas que estén al servició de garantizar la existencia material de toda la población, condición republicana para ser libres.
En la teoría económica ortodoxa, la expansión del dinero trae consigo inflación. Del mismo modo, se dice que los impuestos alejan las inversiones. ¿En qué medida puede la propuesta de la renta básica y la renta máxima enfrentar la liberalización de las políticas de distribución de ingresos que proponen los liberales?
No entro a discutir las barbaridades al uso de la teoría económica estándar. Para concretar, una renta básica no supone necesariamente la creación de masa monetaria. Depende de cómo se financie. En la propuesta de financiación que desde hace algunos años vengo defendiendo con mis amigos y colegas Jordi Arcarons y Lluís Torrens, no proponemos creación de dinero adicional, proponemos una reforma fiscal y una gran redistribución de la renta del 20% más rico al resto de la población.
¿En qué medida las evaluaciones morales detienen el debate sobre las desigualdades y especialmente el debate sobre la puesta en marcha de una renta básica? ¿Cómo enfrentar esta perspectiva?
Cualquier barbaridad sobre la más grave de las injusticias siempre tiene filósofos, moralistas y políticos dispuestos a justificarla. Sucedió con el fascismo, el nazismo, el estalinismo, el esclavismo… Y con las grandes desigualdades también. Veamos cómo acostumbra a funcionar el argumento. Si hay gente muy rica es, fundamentalmente, porque se lo merecen por su esfuerzo, inventiva u originalidad. Hay algunas personas, según la justificación habitual, que por su iniciativa, o por su ingenio, o por su creatividad, o por su aportación innovadora hacen grandes aportaciones a la sociedad. Aportaciones que cambian la vida de muchas personas, que facilitan la existencia de productos que mejoran la sociedad. Estas personas, precisamente por sus innovaciones, aportaciones o lo que sea, deben cobrar sumas alejadas de la media. Es justo, es razonable, corresponde a su mérito, continúa la argumentación. La idea del hombre (o mujer) hecho a sí mismo se vuelve cada vez más potente conforme en las economías ricas aumenta la extrema desigualdad. Gina Rinehart es una rica minera de Australia. Según su opinión, toda su fortuna es merecida y quien no lo vea así, es un envidioso. Y da consejos: si tienes envidia de quienes tienen más dinero, no te quedes sentado quejándote; haz algo para ganar más dinero: gasta menos dinero en beber, fumar o alternar y pasa más tiempo trabajando, crea tu propio éxito. Como recordaba George Monbiot: “recordar sus raíces es lo que Rinehart no sabe hacer. Se le olvidó añadir que si quieres convertirte en millonario, en su caso milmillonaria, ayuda heredar una mina de mineral de hierro y una fortuna de tu padre, y cabalgar sobre un auge espectacular de las materias primas. Si se hubiera pasado la vida metida en cama tirando dardos a la pared, seguiría siendo estupendamente rica.” Y más adelante: “Las listas de gente rica están repletas de gente que o bien heredó su fortuna o la hizo gracias a actividades rentistas: por otros medios que no fueron innovación y esfuerzo productivo. Son un catálogo de especuladores, barones inmobiliarios, duques, monopolistas de tecnología de la información, usureros, jefes de la banca, jeques del petróleo, magnates mineros, oligarcas y ejecutivos jefe remunerados de forma absolutamente desproporcionada respecto a cualquier valor que generen.” Y concluye: “hace un siglo, los emprendedores trataban de pasar ellos mismos por parásitos: adoptaban el estilo y las formas de la clase rentista con título. Hoy pretenden los parásitos que son emprendedores.” No se me ocurre añadir nada a las certeras palabras de Monbiot. Hay quien no opina igual. Así The Economist en un reportaje del año 2011 decía: “Para llegar a ser ricos, por regla general han tenido que hacer algo extraordinario.” Los demás si no son ricos es porque no se lo merecen.
Linda McQuaig y Neil Brooks documentan en El problema de los supermillonarios que “los emprendedores constituyen una parte muy pequeña del grupo de mayores ingresos, menos de un 4 por ciento según algunas estimaciones. La actual élite de los súper ricos está compuesta en su mayoría por ejecutivos de la empresa y las finanzas, que representan alrededor del 60 por ciento del 0,1 por ciento de los que más ganan (abogados y promotores inmobiliarios representan otro 10 por ciento)”. Y esta colosal riqueza se debe, más que a la innovación o a las aportaciones a la sociedad, a la “búsqueda de rentas” o más exactamente lo que en economía se conoce como rentismo parasitario. La "búsqueda de rentas" no produce riqueza añadida y es un mecanismo por el cual la renta cambia de manos. Se puede realizar el cambio de manos de las rentas mediante leyes, facilidades concedidas por los gobiernos, etc. Los ricos han captado muchas rentas de la mayoría de la población gracias a las legislaciones que han logrado imponer mediante, aunque no de forma única, los muchísimos cabilderos que actúan cerca de los legisladores para ese fin. Que la banca dedique 1.200 millones al año y 1.700 personas -y las 5 principales petroleras 250 millones en nueve años con “327 reuniones con funcionarios de alto nivel de la Comisión Juncker desde 2014, más de una por semana”- para presionar en las oficinas de la Unión europea en Bruselas por sus intereses no debería hacer dudar a nadie de que supone una maquinaria muy potente para presionar para que sus mercados se regulen en su beneficio. Un poder mucho más potente que el que pueden tener, por ejemplo, los pensionistas que van a retirar su pensión a final de mes en cualquier ventanilla bancaria. La actual configuración política de los mercados explica perfectamente que los ricos sean cada vez más ricos antes y durante la crisis económica, junto al hecho de que la mayor parte de la población sea cada vez más pobre.
Y la renta básica debe hacer frente a argumentos morales de este tipo: que las desigualdades existen porque hay gente que merece estar arriba y gente que no merece otra cosa que ser pobre.
Otra idea muy presente en nuestro tiempo es el emprendimiento en sí. ¿Podemos considerar que esta idea amplía la desigualdad y rompe con los lazos de cooperación de los que podría surgir la constitución de una renta básica?
La posibilidad de emprender pequeños negocios o iniciativas económicas serían mayores con una renta básica. Es lo que ha mostrado, por ejemplo, el experimento piloto en Namibia.
Las nuevas tecnologías y la llamada Revolución 4.0 han impactado el mundo del trabajo. ¿En qué medida podría el establecimiento de una renta básica mitigar estos impactos?
Existe distintos estudios solventes que aseguran que la robotización puede afectar a muchos puestos de trabajo con una salvedad respecto a otras épocas: no solamente la amenaza es para los trabajos de baja sino para algunos de bastante o mucha cualificación. Esta situación que en parte ya se está viviendo es una de las razones por las que nuevas personas han apoyado la propuesta de la renta básica en los últimos años. La robotización puede ser algo realmente bueno para la inmensa mayoría de la población si sus beneficios se reparten entre todos, quiero decir si el incremento de la productividad que representará, que ya representa, la robotización se convierte en menos horas y mejores condiciones del trabajo asalariado. Claro que una renta básica puede ser una de las grandes medidas que permitan distribuir entre toda la población las ventajas de la robotización. Pero también puede suceder que estos beneficios solamente se los agencien los propietarios de las grandes empresas. Que se incline en uno u otro sentido dependerá (o debería depender, seamos realistas) de la voluntad de la gran mayoría.
Los robots y programas informáticos extremadamente sofisticados han eliminado los trabajos. ¿Puede la tributación del trabajo robótico ser una alternativa para hacer posible financiar una renta básica? ¿Cómo observas las transformaciones del capitalismo del siglo XXI? ¿Y cómo podemos relacionar estas transformaciones con los avances tecnológicos?
En tiempos de intensificación y transformación del liberalismo, ¿cómo repensar el papel y el espacio del estado?
La “tributación de los robots” no creo que vaya muy lejos. Lo que creo que tiene más justificación es la tributación equitativa. Para financiar una renta básica, como he mostrado con Jordi Arcarons y Lluís Torrens, debe hacerse una reforma fiscal. De forma que, por definición, la renta básica la recibe toda la población, pero el 20% más rico debe pagar más que lo que paga ahora en imposición directa. Por ello hemos insistido muchas veces que la renta básica la recibe toda la población, pero no toda la población gana. En nuestra propuesta el 20% más rico pierde, el 80% restante gana. Y se puede financiar, indudablemente. Pero financiar una renta básica que beneficie a la gran mayoría de la población es una opción política y social. De ahí que a mucha gente le pueda despistar que haya propuestas de renta básica de izquierda y de derecha como si se estuviera defendiendo lo mismo. No. Las diferencias más importantes entre las propuestas de renta básica de derechas e izquierdas son: en cómo se financia la renta básica de la que ya se ha dicho anteriormente algo; en las medidas de política económica que adicionalmente se proponen junto a la renta básica.
Los defensores de derechas pretenden desmantelar el Estado de bienestar (o lo que queda en algunos lugares del mismo) “a cambio” de la renta básica —sería el caso por ejemplo de Charles Murray, el economista que defiende la renta básica en las páginas del Wall Street Journal: el título de uno de sus últimos libros, de 2016, es suficientemente explícito In Our Hands: A Plan to Replace Welfare State.—, persiguiendo sus clásicos objetivos de “adelgazamiento” del Estado —excepto la policía, el ejército y los tribunales de justicia, significativamente— y de reducción de la presión fiscal a los ricos. La izquierda (al menos la republicana) no concibe la libertad de forma independiente de las condiciones materiales de existencia.
El aumento del poder de negociación de los trabajadores y de las mujeres que supondría la renta básica, según defiende la izquierda, no es admitido como bueno o deseable por la derecha. Adicionalmente, la derecha prefiere cantidades pequeñas de renta básica por debajo del umbral de la pobreza para “incentivar” el trabajo remunerado. Sobre el cada vez más desarrollado porcentaje de “trabajos de mierda” la derecha es insensible a la cuestión puesto que justifica que siempre se han tenido que desarrollar trabajos desagradables y poco interesantes para hacer posible el crecimiento.
En la neutralidad del Estado. Para la derecha la neutralidad significa que el Estado no intervenga en las negociaciones y disputas de los distintos agentes y sectores sociales. Para la izquierda (al menos la partidaria de la libertad republicana) significa que debe intervenir activamente para impedir que los grandes poderes privados, como las multinacionales gigantes, impongan su voluntad privada a los Estados, con el ataque a la libertad de la mayoría no rica que eso supone. Con una defensa de una renta máxima, por ejemplo. Un Estado republicano debe intervenir activamente para que la neutralidad sea un hecho, y no una superficial consigna de “equidistancia entre los distintos proyectos de buena vida”. Republicanamente, esto último se presupone, pero, cuando grandes poderes privados disponen de la capacidad de imponer a la ciudadanía su concepción privada del bien como bien público, cuando la constitución oligopólica de los mercados permite el secuestro del Estado por parte de los inmensos imperios privados, la neutralidad significa intervención activa, no tolerancia pasiva y que gane el más fuerte.
¿El debilitamiento del estado, a través del liberalismo, elimina aún más la posibilidad de una institución de ingreso mínimo? ¿Por qué?
¿Debilitamiento del Estado? Cuidado. Más fuerzas policiales, tribunales de justicia, ejércitos fuertes… no, el Estado es tan fuerte o más que en las últimas décadas. Lo interesante es constatar al servicio de quién está el Estado.
Donde el Estado se ha “debilitado” es en la parte de gasto público en beneficio de la mayoría no rica. Aquí es donde los grandes poderes privados han conseguido victorias indiscutibles en los últimos años: empresas y servicios públicos privatizados. Para beneficio de los ricos y en detrimento del resto. Es parte de la “lucha de clases desde arriba” a la que se refería hace no muchos años Warren Buffett. La renta básica solamente será posible implantarla junto al debilitamiento e incluso la marcha atrás de estas realidades que acabo de mencionar.
¿Quieres agregar algo?
Solamente lo siguiente. La economía y el gobierno están íntimamente vinculados como el republicanismo ha entendido siempre. Especialmente, la regulación de las distintas formas de propiedad que va de la mano con los distintos tipos de gobierno. Dentro de pocos años si sigue la tendencia de los últimos años con la servitud de los gobiernos hacia los grandes poderes privados, podemos desembocar en un mundo en donde impere el trabajo semiesclavo (o, para qué vamos a engañarnos, directamente esclavo) con unas condiciones sociales cada vez peores para la mayoría de la población no rica, con aún un mayor imperio de las multinacionales. Pero también podría suceder, de invertirse la tendencia, que la renta básica y, entre otras medidas, la renta máxima, puedan llegar a ser algo que nos parezca tan normal o natural como hoy nos lo parece las vacaciones pagadas, el derecho a la sindicación, el sufragio universal, la prohibición del trabajo infantil, la prohibición de la tortura… Y este mundo poco se asemejaría al anterior, sería un mundo más republicanamente democrático. Creo que vale la pena luchar por él.
(Esta es una versión más extensa de la entrevista publicada en Brasil por http://www.ihu.unisinos.br/593694-renda-basica-e-renda-maxima-propostas-verdadeiramente-republicanas-contra-os-grandes-poderes-privados-entrevista-especial-com-daniel-raventos).
es editor de Sin Permiso, presidente de la Red Renta Básica (www.redrentabasica.org) y profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Es miembro del comité científico de ATTAC. Sus últimos libros son, en colaboración con Jordi Arcarons y Lluís Torrens, Renta Básica Incondicional. Una propuesta de financiación racional y justa (Serbal, 2017) y, en colaboración con Julie Wark, Against Charit (Counterpunch, 2018) traducido al castellano (Icaria) y catalán (Arcadia).Fuente:
http://www.ihu.unisinos.br/170-noticias/noticias-2014/530025-daniel-raventos-e-o-direito-a-uma-renda-basica-uma-critica
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