Por François Héran
Las predicciones alarmistas sobre las migraciones africanas tienen el viento en popa. François Héran demuestra que no se basan en un enfoque demográfico sino en una conjetura económica, y en un sofisma: el desarrollo de África sólo podría hacerse en detrimento de Europa.
En la portada, una imagen-satélite de África por la noche y este título en letras amarillas: "Avalancha hacia Europa". Algunos resplandores traspasan las tinieblas a la altura de Nigeria, Sudáfrica o las costas del Magreb; otros destacan en el curso del Nilo y su delta. El contraste con las manchas luminosas que constelan el continente europeo es impresionante, y el mensaje es claro: ¿cómo no van a ser atraídas las poblaciones del África negro por las luces del Norte?
La Avalancha hacia Europa 1/ … Aunque el título sea sensacionalista, no es cosa del editor, porque ya desde la introducción el autor adelanta su conclusión: "la joven África se va a abalanzar hacia el Viejo Continente, eso forma parte del orden de las cosas … " (p. 15). Y cita dos precedentes: el éxodo de europeos pobres hacia el Nuevo Mundo a finales del siglo XIX, y la migración masiva de mexicanos hacia los Estados Unidos desde los años 1970. Si los africanos siguiesen el ejemplo mexicano de aquí a 2050, "en poco más de treinta años, entre un quinto y un cuarto de la población europea tendría origen africano" (p. 18). En una entrevista concedida al Figaro el 14 de setiembre de 2018, Stephen Smith se asombra de que se pueda considerar excesiva esta descripción, como lo hice en un reciente artículo 2/ : "avalancha" no querría decir "invasión", sino tan sólo "desafío demográfico". Refutar su teoría a base de datos es lanzar un "anatema" sobre su libro, "ahogar el debate". ¿Es que las palabras tienen todavía un sentido? Lo que está en juego es lo suficientemente grave para tomarse la molestia de profundizar el debate examinando los métodos, las hipótesis y sobre todo los presupuestos de una profecía cuya seducción se debe al hecho de pretender ser estruendosa y al mismo tiempo mesurada.
Porque las cifras anunciadas por Smith han dado en el blanco. En su entrevista del Palacio de Chaillot (15 de abril de 2018), el presidente Emmanuel Macron justificó su política migratoria restrictiva hablando de la "bomba" de la demografía africana "magníficamente descrita" en la obra de Smith. Para Marcel Gauchet, preguntado en el Nouvel Observateur, su lectura debería ser "obligatoria para todos los políticos" (27 de junio de 2018) —declaración aplaudida por el senador socialista del Loiret, Jean-Pierre Sueur (blog del 2 de julio de 2018). Podrían citarse otras figuras de la escena intelectual o política francesa que se apoyan en este escenario de aspecto demográfico para llamar a la clase política a "asumir sus responsabilidades" frente a la afluencia de migrantes.
Una "avalancha segura", a condición de que…
Hay que esperar hasta las páginas 139 y 143 del ensayo de Stephen Smith para descubrir que el extraordinario anuncio de una próxima avalancha del África subsahariana sobre la vieja Europa sólo se realizará si se cumplen "dos condiciones fundamentales": que esta región del mundo salga de la pobreza en el plazo de una treintena de años y que sus diásporas hayan tenido antes tiempo para desarrollarse. Se descubre entonces —volveré sobre ello— que la profecía de la "avalancha"tiene más que ver con la conjetura económica que con la previsión demográfica. Como sabe Smith, por más que las proyecciones demográficas de la ONU actualizadas cada dos años anuncian algo más que la duplicación de la población subsahariana hasta 2050 (pasaría de 900 millones a 2.200 millones en el escenario mediano), eso no bastará para desencadenar la anunciada marea. Debe imaginar para eso fuerzas de atracción más poderosas.
La analogía con México se basa, en efecto, en una falacia consistente en aceptar de entrada el resultado a demostrar (begging the question, se dice en inglés). Imaginemos, dice Smith en sustancia, que Africa al sur del Sahara alcanza en un plazo breve (menos de 30 años) el nivel de desarrollo de México, sus habitantes migrarían entonces en la misma proporción que les mexicanos a Estados Unidos. Pero el África subsahariana no es México —ni siquiera el México de hace treinta años— y Ouagadougou o Niamey no tienen mucho que ver con México o Guadalajara.
Si colocamos el índice de desarrollo humano en una escala de 1 a 10, como hice en la publicación del INED (Instituto Nacional de Estudios Demográficos), la mayor parte de los países subsaharianos se sitúan en 1, México en 6, Francia en 9 y Estados Unidos en 10. Mientras las migraciones del nivel 6 hacia el nivel 10 son masivas (25 millones de personas en las referidas diásporas), las que van del nivel 1 a los niveles 9 ó 10 son limitadas (menos de 2,3 millones). ¿Quién puede creer que en el plazo de 2050, el África subsaharina haya quemado las etapas del desarrollo hasta alcanzar la actual posición relativa de México?
No basta con recurrir a la hipótesis de una "masa crítica" de habitantes que acceden a la prosperidad para acreditar el escenario de una mutación general de los comportamientos en tan breve plazo, incluso si la explosión demográfica que tanto preocupa al autor es el resultado de un estancamiento persistente de la transición demográfica, con las tasas de fecundidad más elevadas del mundo. Destacar este estancamiento no significa hundir a África en la fatalidad del subdesarrollo, sino dar prueba de un mínimo de realismo: no hay nada que permita apoyar el escenario de una caída inminente y ultra-rápida de la fecundidad subsahariana siguiendo el modelo de China, Iran o Argelia.
De lo desconocido a lo conocido
Apenas hay necesidad de refutar el paralelismo con la migración europea hacia el Nuevo Mundo, por cómo difieren los factores de atracción de este último en el siglo XIX / respecto a los de Europa en el XXI. El paralelismo con México me parece más interesante, porque muestra bien el método documentario del autor. Las referencias que se citan en apoyo, "Millman 2015" y "Douthat 2015", no se refieren a investigaciones científicas sino, en el primer caso, a un editorial de la revista Politico, "Africa will dominate the next century", firmado en mayo de 2015 por Noah Millman, mientras que el segundo (ausente de la bibliografía pero que se detecta fácilmente en Internet) remonta a una tribuna de Ross Douthat, "Africa’s Scramble for Europe", publicada en agosto de 2015 en el New York Times. Si uno se toma la molestia de repasar el texto de Millman, se descubre que el largo desarrollo de Smith sobre el modelo mexicano (p. 179), central en la argumentación de la obra, reproduce sus fórmulas de manera muy parecida (como, por ejemplo, la comparación de Rio Grande con el Mediterráneo) sin preocuparse por entrecomillar. ¿Pero quién es Millman? Responsable de la sección literaria de Politico, no es ni demógrafo ni especialsta de Africa, aunque no hace mucho trabajó en las finanzas y sabe hacer una regla de tres. Su método es sencillo: tratar de convencer al auditorio americano, poco familiarizado con Africa, llevándole de lo desconocido a lo conocido, es decir colocando el modelo mexicano sobre las realidades africanas. En cuanto a Ross Douthat, autor habitual de tribunas que tratan poco menos que de todos los temas, es citado porque cita a… Millman.
Al final de la obra, Smith nos explica que de continuar la ayuda al desarrollo o seguir favoreciendo la inmigración, la política europea corre el "riesgo de transformar los flujos migratorios africanos en una avalancha hacia Europa" (p. 225, subrayado mío). Sorpresa del lector: la avalancha que se proclamaba en portada con tanto aplomo, ¿ya no es por tanto inevitable? Da igual, la corrección viene demasiado tarde para poder llamar la atención de los comentaristas, que pocas veces van más allá de la portada o de la introducción. El mensaje que "imprime" en el debate público, como se dice en estos tiempos, es el que el propio autor ha puesto de relieve, el único que podía garantizar el éxito del libro, a saber: lo peor es seguro, Europa quedará sumergida por África.
A decir verdad, el propio Smith, parece haberlo tomado de segunda mano. Sobre este tema, cita con amplitud un editorial de Jeremy Harding, uno de los redactores jefe de la London Review of Books, autor de un libro-reportaje sobre el paso de fronteras (p. 148-149). Se encuentra también en la Avalancha algunos resultados de investigación, aunque transmitidos por vías indirectas —preferentemente periodísticas y literarias. No se le puede reprochar. El problema está en otra parte: en que a la hora de sacar conclusiones, Smith no tiene en cuenta en absoluto estos resultados.
Una documentación deficiente
Un libro bien documentado, he leído aquí y allá. Me chocó justo por lo contrario. Para un especialista experimentado de África, la documentación es deficiente y obsoleta. Smith sostiene, por ejemplo, que los demógrafos deben estar cegados en cuanto a la evolución de la fecundidad africana. Equivale a olvidar que el más leído de los demógrafos africanistas en los años 1990, John Caldwell, ya había llamado la atención de sus colegas sobre el retraso de la transición demográfica en los países enclavados en el Africa subsahariana, incluso en un señalado artículo de Pour la Science 3/ . Ya en 2004, Dominique Tabutin y Bruno Schoumaker, en un detallado balance de la demografía de África publicado por INED, habían señalado adecuadamente que se había frenado el descenso de la fecundidad en una quincena de países africanos, sin ser apoyado por un desarrollo económico y social suficiente 4/. Más recientemente, en 2015, un eminente demógrafo del INED, Henri Leridon, volvió a la carga sobre "la explosiva transición demográfica" de África 5/. ¿Ciegos, los demógrafos? La ceguera está más bien del lado del autor, que no cita ninguna de estas publicaciones, aunque las revistas Pour la Science, Populación o Futuribles son de fácil acceso.
Más recientemente, Populación and Development Review, una revista de referencia en el ámbito de la demografía de los países del Sur, ha reunido trece artículos sobre la evolución de la fecundidad en África subsahariana, uno de ellos escrito por una demógrafa francesa 6/. Esta aparición es posterior a la redacción de la Avalancha. Pero basta leer la introducción general, acompañada de una copiosa bibliografía, para poder ver que la evolución de la demografía africana, lejos de haber sido "abandonada" por los demógrafos en las últimas décadas, ha sido objeto de intensos debates, incluso en la época en que la epidemia de sida captaba la mayor atención.
Smith cita de paso la "tragedia estadística" de África, la falta dramática de datos estadísticos sobre este continente. Eso tal vez sea verdad en el caso de los datos económicos, pero tratándose de los datos demográficos resulta obsoleto. Ya en 2004, Tabutin y Schoumaker destacaban "un considerable progreso de los conocimientos" sobre la demografía de África, ya sea sobre la fecundidad, la mortalidad o las migraciones. Basta con echar una ojeada al volumen metodológico que la división de Población de Naciones Unidas publicó on line en 2017 acompañando la salida de sus últimas proyecciones; se puede ver que los expertos de la división han integrado las tendencias proporcionadas por una larga serie de encuestas: ¡varias decenas tan sólo para Nigeria! Estas informaciones también son muy accessibles. Aunque para encontrarlas habría que salir del ensayismo o de la esfera periodística.
Smith hace mucho caso a las encuestas compiladas por el Instituto Gallup sobre intenciones de migrar, según las cuales a más de un tercio de subsaharianos les gustaría abandonar su país. Cita las cifras de segunda mano (via un artículo de L’Opinion …[un diario que aprecia mucho Macron]) y sin la menor perspectiva. Pero habría que analizar la pregunta planteada: "¿en una situación ideal, si tuviese ocasión para ello, le gustaría instalarse de forma duradera en otro país o continuar viviendo aquí?" Cuando se pregunta si esto podría tener lugar en los próximos doce meses y, más todavía, si se han hecho preparativos, los porcentajes se hunden a menos de 5 %. El sueño está lejos de la realidad.
Los investigadores italianos que han recuperado los datos de estas encuestas a petición de la Comisión Europea llegaron a la misma conclusión: el "Índice de migración potencial" construido por Gallup sobre esta base no tiene ningún valor predictivo7/. No más que para los jóvenes franceses, que en esas mismas encuestas declaran unas intenciones de emigrar cinco veces superiores a la realidad observada.
Un recurso clave: la base mundial de diáspora
La laguna más escandalosa de la Avalancha es la ausencia de referencia a una fuente fundamental de conocimientos sobre el estado de las diásporas en el mundo, la "Base bilateral de migraciones" confeccionada de forma conjunta desde hace una quincena de años por la OCDE, el Banco Mundial y el FMI, una base que he utilizado, como muchos investigadores, en mi reciente publicación 8/. Se trata de un cuadro de 215 líneas y 215 columnas, teledescargable en una hoja de cálculo standard, que proporciona para cada país o territorio del planeta el número de nativos que residen en otros sitios, lo que hace un total de 266 millones de migrantes sobre 7,7 miles de millones de habitantes. Mientras las primeras ediciones de esta matriz se contentaban en general con el criterio de nacionalidad, en la actualidad para la gran mayoría de países se considera el país de nacimiento, lo que significa que, al contra de un pertinaz rumor (que sigue espantando en los blogs), los inmigrantes naturalizados continúan contando para el demógrafo de las migraciones. Las fuentes compiladas en esta base bilateral no se limitan a los censos; incluyen los registros de población y, mejor todavía, las tendencias trazadas por las encuestas demográficas a las que acabo de aludir.

Figura 1. Distribución de migrantes en el mundo según el índice de desarrollo humano (IDH) del país de origen y del país de destino
Lectura: el IDH combina esperanza de vida, escolarización y renta por habitante. Está ordenado aquí en 10 grupos que tiene cada uno el mismo número de países. Los países menos desarrollados (grupos 1 y 2) tienen muy pocos migrantes en los países más desarrollados (9-10), a diferencia de los países de rango medio o elevado. Están incluidos en 6>10 los mexicanos en Estados Unidos; en 4>10 los filipinos en Reino Unido, en Canadá y en los Estados Unidos; en 3>10 los pakistaníes en esos mismos países, así como los sirios en Alemania, Austria y Suecia. Francia está en el grupo 9. Figura tomada del boletín Population et societés, nº 558, sept. 2018.
Una gran ventaja de esta matriz mundial de diásporas es la aproximación sistemática de las informaciones entre origen y destino, lo que permite un control de coherencia cruzada, país a país. La calidad de este instrumento ha ido mejorando a medida que los economistas del FMI o de la OCDE lo han ido actualizando. Insistimos en ello: esta calidad no depende del trabajo de uno u otro organismo estadístico, nacional o internacional; es ante todo el resultado de los esfuerzos realizados por los organismos del mundo entero. La teoría de la conspiración, tan propensa a denunciar "la ley de silencio de las cifras", debería imaginar un complot mundial para argüir que estas cifras carecen de valor.
¿Qué hacer con tal base de datos? Cada cual es libre de enriquecerla, asociando a cada país una serie de indicadores pertinentes, recuperables desde otras bases de datos, ya sean demográficos, económicos, educativos, lingüísticos, jurídicos o geopolíticos. El usuario puede también calificar las diferencias observables entre países, de dos en dos: distancia geográfica, frontera común, diferencia de rentas, existencia de una antigua relación colonial, importancia de la diáspora ya instalada y otros factores más cualitativos. Puede también reagrupar a los países como quiera, en conjuntos significativos. Puede por fin aplicar a esta base tasas de crecimiento potenciales por sexo y edad, tomadas de proyecciones demográficas, como las de la ONU.

Figura 2. Los países pobres migran sobre todo hacia los países pobres, los países ricos hacia los países ricos
Personas nacidas en un país de renta… (débil, media débil, media elevada, elevada) … y que han inmigrado a un país de renta… (débil, media débil, media elevada, elevada)
Lectura: en relación a la media de migrantes, los migrantes procedentes de un país de renta escasa tienen 4,9 veces más posibilidades de residir en otro país de renta escasa.
Fuente: Tratamiento de la edición 2017 de la Base bilateral de migraciones (FMI, OCDE, ONU)
Escala de renta nacional bruta por habitante ($ USA): Débil (menos de 1.005); Media débil (1.006 a 3.955), Media elevada (3.956 a 12.235), Elevada (Más de 12.235)
Estos tratamientos de datos resultan más laboriosos que la simple lectura de tribunas políticas o editoriales literarios, pero se extraen de ellos un haz de conclusiones convergentes, derivadas desde hace tiempo por los economistas y los demógrafos, que rompen el esquema de los vasos comunicantes. Se suele imaginar que los países más jóvenes están abocados a migrar hacia países más viejos, los más fecundos hacia menos fecundos, los más pobres hacia los más ricos, los más densos hacia los menos densos, los países tropicales hacia los templados… ¡Cuántas veces no habré leído que las "altas presiones demográficas" iban a extenderse fatalmente a las áreas de "bajas presiones", alimentando así la idea de un "suicidio demográfico de Europa", dando un "soplo de aire fresco"! Por desgracia, no por ser evocadora una metáfora es forzosamente justa. La imagen de lo-demasiado-lleno-que-desborda es incapaz de informar de los fenómenos demográficos, incluídos los flujos migratorios.
Una conjetura más económica que demográfica
En su entrevista al Figaro, Stephen Smith considera que la base mundial de diásporas no tiene interés, porque no contempla el escenario de crecimiento económico acelerado que postula para África. Está confundiendo los registros. Una base de este tipo permite ver el reparto mundial de las migraciones en un instante determinado: no puede integrar a priori las hipótesis de crecimiento en un futuro. Pero si se quiere proyectar hipótesis para las próximas décadas, es un cuadro de fondo indispensable. Sin este cuadro, las hipótesis se pierden en el vacío y se vuelven incontrolables; quedan a merced del libre juego de las analogías, incluso de las más irreales.
Cruzando para cada generación la base mundial de migraciones con las proyecciones demográficas de la ONU para 2050, se está en condiciones de estimar el peso de las diásporas en los países de acogida, en la hipótesis de una persistencia de los factores actuales de emigración. Eso hice en el boletín Population et sociétés de setiembre de 2018, ya citado, obteniendo como resultado un número de migrantes subsaharianos para 2050 muy inferior a la cifra avanzada por Stephen Smith, alrededor de cinco veces menos. ¿Qué significa esta diferencia? Sencillamente que el escenario de la "avalancha" migratoria del África subsahariana sobre Europa no se deriva, en lo fundamental, de un determinismo demográfico sino de una conjetura económica, aunque una parte del argumentario desarrollado por Smith, el que figura como subtítulo ("la joven África en ruta hacia el Viejo Continente"), sugiere falsamente lo contrario.
Mis estimaciones para 2050 se aproximan en tamaño a los resultados obtenidos por dos valoraciones más profundas que han trabajado también la base de diásporas, una firmada por investigadores del Fondo Monetario Internacional 9/, la otra del Centro común de investigaciones de la Comisión Europea 10/. Smith cita la primera, aunque sin destacar el hecho de que, desde los censos de 2000, el aumento del número de subsaharianos que ha abandonado el África subsahariana refleja básicamente el crecimiento general de la población. En proporción, la parte de migrantes que permanecen en la región se ha movido poco desde 1990. Se sitúa en torno a los tres cuartos (el 70 % en el momento actual, según la base mundial de diásporas, frente a sólo el 15 % hacia Europa). La migración interna en el África subsahariana debería también beneficiarse de la puesta en marcha del acuerdo de libre circulación de las personas firmado en marzo de 2018 por 27 países africanos.

Panorama mundial de emigraciones y tendencia a migrar en el seno de su región
Fuente: Tratamiento de la edición 2017 de la Base bilateral de migraciones (FMI, OCDE, ONU)
Lectura: 29,3 millones de subsaharianos viven en el extranjero, con una tasa de emigración del 2,8%. De este número, el 70% ha migrado a otro país subsahariano.
Una metáfora engañosa: el desbordamiento de lo demasiado lleno
La base mundial de diásporas demuestra que ninguna de las metáforas habituales sobre la lógica de los movimientos de población sirve de modelo para la distribución efectiva de los migrantes por el mundo. Las "leyes" de desbordamiento que pretenden enunciar son desmentidas por demasiados contra-ejemplos. Los países con más altas tasas de emigración hacia países prósperos son de tamaño medio y renta media, como México, Turquía, el Magreb, los Balcanes o el Asia central, y son, sobre todo, países ya implicados en el descenso de la fecundidad, lo que no ocurre con África al sur del Sahara. Si se abriese más las fronteras, no se estaría invitando a la "miseria del mundo" sino a la riqueza emergente.
Aunque Stephen Smith sabe que la extrema pobreza no es un factor de migración, sigue conservando las otras variantes del mito de los vasos comunicantes, sobre todo cuando habla de la inexorable presión que ejerce el excesivo número de jóvenes, impacientes por emanciparse, sobre las sociedades en envejecimiento. Llega a sugerir que las sociedades europeas, incapaces de financiar su sistema de pensiones a causa del envejecimiento, no tendrían otro dilema que cerrar las fronteras, aún al riesgo de su propio decaimiento, o, a la inversa, abrirlas aún al riesgo de plegarse bajo el número de cotizantes africanos: "para financiar una seguridad social de mínimos, se debe aceptar que una cuarta parte de los habitantes de Europa –más de la mitad con menos de treinta años– sean “africanos” en 2050?" (p. 179-180). Y cita el famoso informe de la división de Población de la ONU sobre las "migraciones de sustitución" 11/ , informe citado sistemáticamente por los defensores de la tesis de la "gran sustitución".
Cómo interpretar el último escenario de la ONU sobre las "migraciones de sustitución”
Smith asegura referirse al escenario de la ONU para estabilizar la población activa de Europa en el horizonte 2050. Pero en el caso de Francia, el número de migrantes acogidos cada año está operando ya esta estabilización. Smith se refiere en realidad al último escenario contemplado en el informe, que consiste en fijar de forma duradera la relación numérica entre población en edad activa (15-64 años) y personas mayores (65 o más) –o "relación de dependencia" – recurriendo a migrantes jóvenes, sin cambiar nada en los parámetros de la duración del trabajo o de la edad de jubilación. Pero ésa es una solución irreal, explica la ONU, a causa del alargamiento de la vida que envejece a la población "por arriba". El bloqueo de la relación de dependencia jóvenes/viejos exigiría introducir en los países en envejecimiento a miríadas de migrantes, que envejecerán a su vez. En el caso de Francia, dos tercios de la población serían entonces migrantes o descendientes de migrantes. A un país de edades altas como Corea no le bastaría con la trasera china para conseguirlo. Al acabar así su informe, la ONU quería demostrar por lo absurdo, en un escenario ficticio, que la inmigración no permitiría contrarrestar el envejecimiento, tampoco en Francia, y que esto último requeriría medidas de otro tipo.
He contado en detalle en otro lugar la historia de las extravagantes interpretaciones de que ha sido objeto este documento de la ONU en Francia 12/ . Su difusión en la prensa suscitó la ira de Jean-Marie Le Pen, que acusó inmediatamente a la ONU de haber concebido el plan "criminal" de una "sumersión migratoria" de Europa –primera aparición avant la lettre de la tesis complotista de una "gran sustitución" deseada por las élites mundiales, aunque todavía no estaba polarizada por el islam. Grosero error de interpretación, que llevaba a confundir proyección y proyecto. Quince años más tarde, Marine Le Pen lo reproducirá en varias declaraciones, añadiendo sus propias distorsiones. Ella no sólo ha tomado el escenario contrafactual de la ONU por una imagen de lo real; las proyecciones de la ONU para Europa se han convertido en su cerebro en un complot de la Unión Europea, y la referencia al horizonte 2050 en un complot urdido desde… los años 1950.
No hay teoría del complot en el análisis de Stephen Smith, pero persiste el error inicial, a saber una lectura en primer grado de las proporciones extravagantes de migrantes del Sur en las poblaciones del Norte proyectadas para 2050 ("más de la mitad de menores de treinta años en 2050", nos dice refiriéndose al informe onusiano), mientras que este escenario contrafactual no tenía sentido más que en el marco de una demostración por el absurdo.
El pastel de la protección social
Si se cree firmemente en el escenario de una afluencia masiva y desordenada de migrantes del Sur (esto es lo que quiere decir "avalancha"), la única duda que queda es saber si todavía estamos a tiempo de cerrar la ruta empleando grandes medios. Formateado así el debate, Smith se puede permitir dudar: hay "margen" para las políticas, pero "se hace tarde". Más allá de este titubeo se perfila una certidumbre que se convierte en el centro de la argumentación: las perspectivas de desarrollo serían "buenos augurios" para África aunque "funestos presagios para Europa" (p. 225). Como si cada uno de estos dos continentes no pudiera sobrevivir más que en detrimento del otro. Un tradición napolitana pretende que no se puede desear un buen año a alguien sin desearle secretamente uno malo a otro. Es el principio del Limited Good o del juego de suma nula, expuesto en un famoso artículo de George Foster (1965) 13/ y cuya historia política habrá que investigar algún día. Ahí se sitía el nudo de la obra: no el desarrollo riguroso de un mecanismo demográfico sino una conjetura económica tanto más optimista para África (una recuperación acelerada en el espacio de treinta años) como considerada desastrosa para Europa.
Al final de su ensayo, Smith vuelve al chascarrillo nunca demostrado de que la inmigración sería básicamente incompatible con el Estado-providencia, cosa que la historia social del país ha desmentido de lleno desde la Segunda Guerra mondial. ¿Habrá que recordar los detallados estudios de la OCDE sobre este tema 14/, completados más recientemente por la demostración de Hippolyte D’Albis y de su equipo 15/, a saber que la inmigración, o con más precisión una afluencia repentina de migrantes o de solicitantes de asilo, lejos de arruinar la protección social y de agravar el desempleo, se traduce a medio plazo en un aumento del PIB y un ascenso de la tasa de empleo? D’Albis muestra simplemente que el efecto positivo se retarda en el caso de los solicitantes de asilo, por una sencilla razón: la prohibición que se les hace para trabajar mientras esperan la instrucción de su demanda.
El error es siempre el mismo: olvidar que los immigrantes son también productores y consumidores, contribuyentes y cotizantes, imaginando que ellos comen del pastel común en lugar de aumentarlo. Desde luego, le cuestan a la sociedad cuando son jóvenes, le reintegran en la edad madura y le vuelven a costar durante la vejez, pero, como lo ha mostrado la OCDE, este ciclo de vida se encuentra en el resto de la población, con diferencias mínimas relacionadas con las estructuras de edad. La idea de que los migrantes "quitan" el trabajo a los nativos o desangran sus prestaciones sociales es una muestra, también ahí, del sofisma del trabajo y de los recursos en cantidad fija, que impregna toda la parte final del ensayo de Stephen Smith.
Se vuelve a encontrar la misma ideología en las conclusiones de aspecto filosófico que saca Gauchet de su lectura de Smith: tendríamos que escoger entre la "libertad" y el "poder", entiéndase: la libertad de admitir a todo el que llega en nombre de los derechos del hombre y el poder de conservar el dominio exclusivo de nuestros recursos. Es de imaginar que el bien existe en cantidad finita, como si hubiese que renunciar a querer conciliar realismo y respeto de los derechos, política y moral.
Retomando una fórmula desgastada, los análisis económicos de la OCDE o del equipo de Hippolyte D’Albis ofrecen resultados "incómodos", porque chocan con la visión del pastel de tamaño fijo que nativos e inmigrados no podrían consumir sin perjudicarse mutuamente. La verdadera "negación" (otra fórmula retórica que se usa y abusa en el debate sobre la inmigración) consistiría en barrer de un manotazo estos resultados de la investigación. Ahora bien, mientras no sean seriamente desmentidos por una refutación del mismo nivel, son insoslayables y el manejo de metáforas evocadoras o de analogías irreales no puede servir de demostración.
De la misma manera, no basta con equiparar a los defensores de la Europa fortaleza y a los de la Europa colador para otorgarse una patente de pragmatismo y cubrirse con la "ética de responsabilidad" frente a la "ética de convicción " [alusión a Max Weber: la noción de Verantwortungsethik (ética de responsabilidad) y Gesinnungsethik (ética de convicción) fue desarrollada en dos conferencias pronunciadas en Munich en 1919 y presentadas en dos textos "clásicos" con los títulos de La ciencia en tanto que vocación y profesión y La política en tanto que vocación y profesión Red. A l’Encontre]. Por más que el autor oponga continuamente dos posturas rechazables para presentarse como realista moderado, él mismo se sitúa en una vía extrema cuando cree leer en las proyecciones de la demografía subsahariana la promesa de una intrusión masiva que lleva a crear —ahí es nada— una " EurÁfrica " (p. 227).
Ni alarmar ni tranquilizar: establecer los hechos
La demografía se parece a la música: atrae a muchos aficionados pero pocos saben leer una partitura. En el caso presente, hay un malentendido sobre la propia naturaleza del juego: depende de la especulación económica y de una comunicación sensacionalista, y no de una demostración de naturaleza demográfica. Frente al temor a la invasión por número, que es una variante falsamente objetiva del miedo al otro, el demógrafo tiene el deber de explicar a sus conciudadanos el tamaño de los movimientos de población. Debe también identificar la naturaleza exacta de las hipótesis planteadas y de los prejuicios subyacentes. Al contrario que una idea muy extendida, su objetivo no es tranquilizar o alarmar, sino tomar la medida de las cosas llevándolas a sus justas proporciones, único medio de iluminar debidamente una política lúcida a largo plazo.
Si hubiera que temer en una "avalancha", no sería la de extranjeros llegados del Sur para transformar a Europa en una "EurÁfrica" sino la que consiste en echarse sobre la primera explicación que aparece o en apropiarse precipitadamente de metáforas desmesuradas para impactar en la opinión. Hay que esperar que los responsables políticos, en adelante mejor preparados, sepan en el futuro evitar estas trampas y dejen de agitar el espectro del peligro negro.
18/9/2018
Texto publicado simultáneamente en la web de la Vie des Idées (18 de setiembre de 2018, ISSN: 2105-3030), recogido aquí del Institut des Migracións. El título de este artículo hace referencia al texto de Lucien Febvre publicado en los Annales en 1946: "Cómo se fabrica un oráculo: la profecía de santa Odilia".
François Héran, director del INED durante muchos años y elegido profesor en el Collège de France en la cátedra: "Migraciones y sociedades", en junio de 2017, cátedra creada en marzo de 2017.
Traducción: viento sur
Notas
1/Stephen Smith, La Ruée vers l’Europe. La jeune África en route pour le Vieux Continent, Paris, Grasset, 2018, 268 p.
2/ F. Héran, "L’Europe et le spectre des migracións européennes", Populación et sociétés, n° 558, setiembre 2018, 4 p.
3/ J. C. Caldwell, P. Caldwell, "La natalité élevée de l’África subsaharienne", Pour la Science, n° 153, julio 1990
4/ D. Tabutin, B. Schoumaker, "La démographie de l’África au sud du Sahara des années 1950 aux années 2000. Synthèse des changements et bilan statistique", Populación, 2004/3, n° 59, p. 521-622.
5/ H. Leridon, " África subsaharienne : une transición démographique explosive ", Futuribles, n°407, julio-agosto 2015, p. 5-21.
6/ John B. Casterline, John Bongaarts (eds.), “Fertility transición in Sub-Saharan Africa”, Supplement to Populación and Development Review, vol. 43, 2017 [recopilación de 14 artículos].
7/ S. Migali, M. Scipioni, A global analysis of intencións to migrate, Comisión Europea, Joint Research Centre, 2018, 57 p.
8/ D. Ratha, S. Mohapatra, S. Silwal, Recueil de statistiques 2011 sur les migracións et les envois de fonds, Washington: Banco Mundial, 2018, 275 p.
9/ J. González-García, E. Hitaj, M. Mlachila, A. Viseth, M. Yenice, “Sub-Saharan African migración, Patterns and Spillovers”, Internaciónal Monetary Fund, Spillover Note 9, 2016, 16 p.
10/ J. González-García, E. Hitaj, M. Mlachila, A. Viseth, M. Yenice, “Sub-Saharan African migración, Patterns and Spillovers”, Internaciónal Monetary Fund, Spillover Nota 9, 2016, 16 p.
11/ Naciones Unidas, División de Populación, Replacement migración : is it a solución to declining and ageing populacións? 2001, 151 p.
12/ F. Héran, Avec l’immigración. Mesurer, débattre, agir, La Découverte, 2017.
13/ George M. Foster, “Peasant Society and the Image of Limited Good”, American Anthropologist New Series, Vol. 67, No. 2, April 1965, p. 293–315
14/ OCDE, « L’impact fiscal de l’immigration dans les pays de l’OCDE », Perspectives des migrations internationales, 2013, p. 133-202.
15/ H. d’Albis, E. Boubtane, D. Coulibaly, “Macroeconomic evidence suggests that asylum seekers are not a “burden” for Western European countries”, Science Advances 4(6), June 2018.
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